Cómo cambian las personas (y sus
perros) y cómo podemos nosotros ayudar a que eso ocurra. (I).
Después de cierto tiempo he
retomado mi actividad en el blog, que por ciertos eventos que suceden en la
vida había quedado de lado. Muchas cosas han pasado desde entonces,
algunas buenas y otras no tanto, pero
como la suma la hago yo diré sin ánimo de engañar (-me) que el resultado es
positivo. Así que una vez retomada la pluma y enfrentado al espacio en blanco,
léase cursor parpadeante y pantalla blanca, he decido escribir sobre los cómo y
los porqués cambian las personas cuando tienen un problema y esto viene al hilo
de que cuando un propietario tiene un conflicto/problema con su perro, ¿qué
sucede para que ocurra el cambio?, ¿cuáles son las condiciones?, ¿qué puede aportar
un profesional del comportamiento canino (etólogo, veterinario, adiestrador)
para que se solucione?
Los tiempos han cambiado y como
consecuencia de una nueva relación con nuestros animales de compañía debemos
recurrir a otras disciplinas que, si bien antes, considerábamos exclusivas de
las personas humanas, (sí, es correcto, ya que algunos gobiernos como el de
India han declarado personas no humanas a las ballenas y a los delfines) ahora
son necesarias, como es el caso de la Psicología. ¿Y qué dice la Psicología al
respecto? Pues, como respuesta a la pregunta:” ¿Qué hacen las personas cuando
pretenden modificar alguna situación indeseable o problemática?”, James
Prochaska y Carlo Diclemente desarrollaron un modelo para intentar comprender cómo
y por qué cambian las personas y así crearon un “modelo transteórico” en el que
se definen unos estados, procesos y niveles. ¿Por qué son importantes? Pues
porque podemos estar haciéndolo todo mal y empeorando el problema ya que el
cliente no está preparado por no estar en el estadio adecuado; porque podemos
estar malgastando nuestro tiempo por actuar en un estadio, el cual nuestro
cliente ha superado; o porque necesitamos racionalizar nuestros recursos, sin
malgastarlos por no saber cómo, ni dónde actuar. Veamos pues primeramente esos
estadios:
Estadios.
1. Estadio
pre-contemplacional: el cliente no ve el problema, aún no es nuestro
cliente. Si es obligado a buscar solución a su problema de forma externa o
forzada tendremos una tasa de abandono del 40% hasta el 80%.
2. Estadio
contemplativo: el cliente es consciente de que existe un problema, pero no
está muy convencido de aplicar una solución, ya que implica un coste que no
sabe si le merece la pena afrontar.
3. Estadio
de preparación: la persona está lista para la actuación y se han dado
algunos pasos para conseguir el cambio.
4. Estadio
de acción: se han hecho modificaciones observables, se aplican las
soluciones al problema.
5. Estadio
de mantenimiento: aquellos cambios que se han producido, se mantienen en el
tiempo, por lo que es importante el seguimiento del proceso, pues a veces si la
persona no está bien preparada o no cuenta con las herramientas adecuadas
pueden volver a la situación original del problema.
6. Estadio
de finalización: nuestro cliente ya no necesita la utilización de ningún
“proceso” de cambio para impedir la vuelta al problema.
Normalmente cuando el cliente
llama por teléfono para acudir a la consulta el estadio en el que se encuentra
es en el 2 o en el 3, sabe que hay un problema y muchas veces ha intentado
soluciones al problema, aunque en muchos casos sin éxito. Hay que remarcar que
el proceso no es lineal, sino que se puede llegar a recaer y volver a empezar
desde la etapa de contemplación o de
preparación, para luego pasar a la acción, por lo que es más bien una espiral.
Fases de las intervenciones planificadas.
Necesitamos por otro lado una
planificación de la intervención para la resolución del problema. Son cinco
fases que incluyen: reclutamiento, retención, progreso, proceso y resultados.
Reclutamiento.
Si hay una fase realmente
olvidada, esa es el reclutamiento. La pregunta que debemos hacernos es: si hay
muchos propietarios que tienen problemas y muchos de esos problemas podríamos
considerarlos graves, ¿por qué no buscan solución?, ¿cómo motivaríamos a las
personas para que busquen la ayuda apropiada? La respuesta puede encontrarse en
un cambio del paradigma (mentalidad) orientado a la acción. Los programas están
diseñados para propietarios que están en el “estadio de acción”. Si tomamos la
regla del 40:40:20, 40% en pre-contemplación, 40% en contemplación y 20% en
preparación, estaríamos reclutando sólo un 20% de clientes que están en el
estadio preparatorio. Por lo que si queremos llegar a todos los clientes
potenciales debemos diseñar programas para el 40% pre-contemplativo y el otro
40% contemplativo.
Un movimiento que ha de darse es
el paso de un enfoque pasivo-reactivo a uno proactivo. La mayoría de los
profesionales han sido entrenados para actuar según el primer enfoque. Esperar
que el cliente busque sus servicios y después reaccionar con programas
orientados frecuentemente a la acción.
Por tanto son necesarios un enfoque
desde la proactividad y el diseño de programas adaptados a cada estadio.
Retención.
El que el cliente continúe en
nuestro programa va a depender de la fase de cambio en que se encuentre. Las
personas en la fase de pre-contemplación no pueden ser tratadas como si
estuvieran comenzando en el mismo lugar que los individuos que se encuentran en
la fase de acción, y esperar que continúen en el programa. Puede ser de ayuda
que el profesional se adapte a la fase del cambio, pero solamente estimulará a
los clientes para que den los pasos para los cuales están más preparados para
tener éxito. Cuando el programa hace juego con la fase del cambio, las personas
en pre-contemplación continúan con las mismas tasas elevadas de adherencia que
aquellos que están en la fase de preparación.
Progreso.
¿Qué lleva a nuestro cliente a
trabajar en el programa y a continuar trabajando aún después de haber
finalizado nuestro trabajo? Pues es
debido a lo que se denomina la fase del efecto: “La fase del efecto predice
que el monto de acción exitosa tomada durante y después del tratamiento está directamente con la fase del cambio en la
cual se encuentran las personas al inicio del tratamiento” (Prochaska,
Diclemente y Norcross, 1992). ¿Cómo aplicamos la fase del efecto sobre nuestros
clientes? Recordemos que si las personas son movilizadas a la acción inmediata, la mayoría no entrará a trabajar en
nuestro programa o bien abandonarán prematuramente. En este enfoque, una meta
realista es ayudar a los clientes a progresar de una fase a otra
paulatinamente.
Proceso.
Para ayudar a los pacientes a progresar de una fase a la
siguiente, necesitan aplicarse los principios y procesos del cambio que pueden
producir ese progreso
1. Principio
1. Los pro del cambio deben aumentarse para que las personas progresen
desde la fase de pre-contemplación . Para iniciar un movimiento que lo saque de
la fase de pre-contemplación, puede pedírsele al cliente que identifique todos
los beneficios del cambio.
2. Principio
2. Los “contra” del cambio deben disminuir para que las personas progresen
de la contemplación a la acción.
3. Principio
3. Los pros y los contras
deben “entrecruzarse” para que las personas estén
preparadas para actuar.
4. Principio
4. El “principio vigoroso” del progreso sostiene que en el progreso desde
la fase de pre-contemplación a la fase de la acción efectiva, los pro del
cambio deben aumentar en una desviación estándar (Prochaska, 1994).
5. Principio
5. El “principio más débil” del progreso sostiene que para progresar desde
la fase de contemplación a la fase de la acción efectiva, los contra del cambio
deben disminuir en una desviación
estándar y media. Lo que quiere decir que los pros del cambio deben aumentar al
doble para que disminuyan los contras.
6. Principio
6. El proceso particular de cambio necesita hacer juego con las fases
(estadios) específicas del cambio.
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