Muchas son las bondades que la Ciencia ha redescubierto y
nosotros ya intuíamos, sobre lo que nos aportan los perros en nuestras vidas.
Entre algunos de
estos beneficios podemos citar los siguientes:
-Potenciador de la Autoestima y Confianza en sí mismo.
-Fuente de Contacto Físico.
-Fuente de Afecto y Aceptación sin límites
-Objeto transicional.
-Facilitador social.
-Elevadores de nuestra Tasa de Aptitud.
-Estímulo multisensorial.
-Catalizador de interacciones entre humano-animal.
- Fuente de Tranquilidad y Atención.
- Elemento no Amenazador y Compañero de Juego.
- Potenciador del Aprendizaje.
- Modelo.
- Cómplice.
- Reforzador de Conductas.
-Catalizador de emociones.
No me explayaré ahora sobre cada uno de estos puntos, no es
mi intención por ahora, sólo quiero enumerarlas.
Ahora que sé lo que me pueden aportar a mi vida, mi pregunta
es: ¿Soy consciente de lo que significa tener un perro?, ¿qué raza y tipo
elijo?, ¿cuáles son sus necesidades?...
En primer lugar y empezando por el final, tenemos que saber
que un perro es una responsabilidad de por vida. Una responsabilidad no es algo
malo, pero sí implica compromiso. El perro va a necesitar unos cuidados
veterinarios, una alimentación adecuada y lo que casi se nos olvida siempre:
TIEMPO. ¿Y por qué es tan importante el tiempo? Pues porque los perros
necesitan predictibilidad, es decir,
una rutina.
Si no eres capaz de
darle una rutina empezarán los problemas de conducta de tu perro. Por lo
contrario si eres capaz de brindarle eso, tendrás la mitad del camino andado y
con un poco de ayuda de un educador, tu perro será un terapeuta excelente.
Recuerda: TIEMPO.
En segundo lugar hablaremos de la elección del ejemplar y la
raza. Con respecto al tamaño del ejemplar, son preferibles los de tipo
mediano/grande, ya que resisten más las manipulaciones incorrectas (un
Yorkshire es un peligro en manos de un niño poco cuidadoso).
Entre machos y
hembras, yo personalmente tengo predilección por las hembras, pues las
considero más receptivas y fáciles de educar (es tan sólo una predilección, ya
que los perros y perras de terapia suelen castrarse, por lo que si aducimos
problemas de agresividad dependiente del sexo, quedan minimizados por la
castración).
Si hablamos del temperamento del perro, necesitamos un
animal de una reactividad media, que puntúe bajo en agresión y alto en
facilidad para aprender. Nadie quiere un perro saltando sobre sillas y mesas,
que muerda y sea incapaz de aprender lo más mínimo o esté dormido todo el día
sin apetecerle mover el rabo.
Y ahora, ya metidos en el tema, vamos a la manzana de la
discordia: la RAZA. He visto terapeutas caninos de todas las razas; desde San
Bernardos, pasando por Pit Bulls, para llegar a Golden Retriever. De todo lo
que he visto me quedaría con los labradores, aunque las demás razas hagan
también su papel a la perfección; y es que hoy en día los perros casi no se
seleccionan en base a una función a desarrollar, por lo que algunas fuentes nos
dicen que sólo un 40% de los ejemplares de una raza estarían dentro del
estándar caracterológico fijado para ella.
Sin embargo, todo hay que decirlo, es más fácil encontrar un
buen perro de muestra si nos hacemos con un Setter Inglés que si nos hacemos
con un Mastín Español. Por todo lo expuesto un buen lugar en dónde hallar a
nuestro terapeuta peludo sería dentro de la raza de los Labradores Retriever,
pues en principio si no eres un “perrero” experimentado no te dará problemas,
pero no descarto a ninguna raza porque siempre en terapia trabajamos con un
determinado ejemplar, no con un grupo racial.
Si quieres profundizar más en el tema, o tienes alguna
consulta, te puedes poner en contacto conmigo.
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