Buscar otras entradas en este blog

martes, 5 de marzo de 2013

El lado oscuro de la Luna.



El perro se encontraba hambriento, hacía días que no probaba bocado y este invierno había sido especialmente duro. El pequeño humano, que le ofrecía un trozo de carne, no se parecía al resto de aquellos cachorros de hombre que gritaban y lo perseguían arrojándole piedras. Entonces, él tenía que escapar entre los callejones estrechos, con el rabo entre las patas y algún que otro gemido de dolor, debido a algún proyectil que impactaba de lleno sobre su cuerpo, un cuerpo que no era más que un saco de piel y huesos.



Se acercó cautelosamente, temblando y haciéndose tan pequeño como podía, una pequeña bola peluda, marrón temblorosa. Podía oler el trozo de carne que le estaba ofreciendo, era grande, rojo y jugoso, seguro que apagaba un poco el hambre que lo estaba matando poco a poco en esas largas noches oscuras de invierno, con la nieve cayendo sobre las calles y sin un gramo de grasa que lo pudiese aislar del frío afilado, como un cuchillo.



- ¡Ya casi estaba! Un poco más…- pensó para su interior.



Se paró a escasa distancia del pequeño humano que lo observaba, masticó tres o cuatro veces y engulló el pedazo de carne que se deslizó hacia su dolorido estómago, pero casi automáticamente, en vez de aliviarse esa terrible sensación de dolor, éste se intensificó, desgarrándolo por dentro y estallando como una gran bola cegadora en su cerebro. Tembló, se estremeció de arriba abajo y sus patas no lo pudieron sostener por más tiempo, cayendo sobre la acera mojada por la nieve. Sus ojos se abrieron como dos ventanas que se asoman a la nada y ahí lo vio, a su lado, al pequeño humano, de rodillas, con una sonrisa roja de terciopelo en su cara, mientras lo observaba con notable satisfacción e interés científico, desprovisto de toda compasión, mirándolo sonriente mientras todo aliento lo abandonaba… (Fundido en negro).

Hay veces en las que las relaciones de los niños con los animales no suceden de la manera en la que todos esperamos y los pequeños comenten abusos con  los animales.

Características definitorias de abuso animal.

¿Pero qué es abuso? Es lo primero que debemos preguntarnos. Kaufmann (1999) nos dice que depende del punto de vista cultural, por ejemplo para un budista zen el matar a una mosca puede constituir un abuso, mientras para nosotros nos puede parecer normal. Así, desde ese punto de vista cultural, aceptamos o condenamos ciertas prácticas dependiendo del estatus que tenga el animal (en nuestra cultura no tiene el mismo estatus una gallina que un perro).


Agnew (1998) nos aporta los caracteres definitorios de “abuso animal”:
  • Es socialmente inaceptable.
  • Es intencionado o deliberado.
  • Es innecesario.

¿Cómo podemos medir el abuso animal?

Es un poco problemático, ya que en muchos países no está recogido como delito, en algunos sólo llega a ser una falta administrativa. De todas formas Ascione (1997) ha desarrollado un protocolo estructurado de entrevista a niños y adolescentes, el CAAI, que intenta cuantificar los abusos hacia animales cometidos por niños, en términos de frecuencia, gravedad, cronicidad y nivel de empatía. Este autor utilizando esa herramienta documentó que entre un 14% y un 22% de los adolescentes ingresados en instituciones penitenciarias en Utah admitieron haber torturado animales el año anterior.

¿La crueldad hacia los animales es un importante indicador de la posible crueldad hacia los humanos?

El Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales IV-TR (DSM-IV-TR) dentro de los trastornos por déficit de atención y comportamiento pertubador , incluye entre los criterios para el diagnóstico del trastorno disocial la agresión hacia personas o animales; más específicamente dice que uno de los criterios es la manifestación de crueldad física contra los animales. La crueldad de los animales es también un antecedente disocial en la infancia y la adolescencia de sujetos diagnosticados con trastorno de la personalidad antisocial de la personalidad. Por tanto es de especial atención la ocurrencia de tales acciones de abuso hacia los animales en la infancia y en la adolescencia, aunque Moffit (1993) sugirió que los adolescentes que muestran comportamientos antisociales se pueden incluir en uno de los dos siguientes grupos:
 
A) Limitados a la adolescencia.
B) Los que persisten durante toda la vida.

Psicopatía y maltrato animal.

Un psicópata es una persona con  un trastorno antisocial de la personalidad. Según Hellman y Blackman (1966) uno de los signos característicos a edades tempranas de rasgos psicopáticos y/o antisociales se pueden  reducir a una tríada caracterizada por enuresis, maltrato animal y piromanía. 


 Además, de uno de los estudios más conocidos elaborado por el FBI sobre asesinos en serie, según el cual un 46% de estos maltrataba animales durante la adolescencia, se ha realizado otro en Cataluña en el 2010 ,basado en una muestra de 50 sujetos, de los cuales casi el 24% estaban acusados y/o condenados por delitos graves (violentos) o en fase de cumplimiento de sentencia por homicidio, asesinato o asesinato en grado de tentativa, y el 6% por violación (en cuatro casos, de 5 a 23 víctimas por agresor),se obtuvo una tríada enuresis-piromanía-crueldad con animales en un 23,5% de la muestra, con tríada incompleta (uno / dos ítems) en un 65%. Si se considera sólo la crueldad hacia los animales como elemento aislado, la encontramos en un 41,7% de la muestra. Lo que nos lleva a la conclusión de que un factor importantísimo a tener en cuenta en relación a un posible trastorno antisocial de la personalidad, el maltrato a los animales por parte de niños y adolescentes.

¿Eres un psicópata?

Te pongo un  par de enlaces sobre el “Dilema del Tranvía” y el razonamiento moral de los psicópatas. 


¡A propósito y siguiendo el hilo argumental es bastante probable que algún psicópata lea esto, ya que se estima que hasta un 5% de la población lo sería!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario