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miércoles, 13 de febrero de 2013

Perros como terapeutas.


Muchas son las bondades que la Ciencia ha redescubierto y nosotros ya intuíamos, sobre lo que nos aportan los perros en nuestras vidas.
 Entre algunos de estos beneficios podemos citar los siguientes:
-Potenciador de la Autoestima y Confianza en sí mismo.
-Fuente de Contacto Físico.
-Fuente de Afecto y Aceptación sin límites
-Objeto transicional.
-Facilitador social.
-Elevadores de nuestra Tasa de Aptitud.
-Estímulo multisensorial.
-Catalizador de interacciones entre humano-animal.
- Fuente de Tranquilidad y Atención.
- Elemento no Amenazador y Compañero de Juego.
- Potenciador del Aprendizaje.
- Modelo.
- Cómplice.
- Reforzador de Conductas.
-Catalizador de emociones.

No me explayaré ahora sobre cada uno de estos puntos, no es mi intención por ahora, sólo quiero enumerarlas.
Ahora que sé lo que me pueden aportar a mi vida, mi pregunta es: ¿Soy consciente de lo que significa tener un perro?, ¿qué raza y tipo elijo?, ¿cuáles son sus necesidades?...
En primer lugar y empezando por el final, tenemos que saber que un perro es una responsabilidad de por vida. Una responsabilidad no es algo malo, pero sí implica compromiso. El perro va a necesitar unos cuidados veterinarios, una alimentación adecuada y lo que casi se nos olvida siempre: TIEMPO. ¿Y por qué es tan importante el tiempo? Pues porque los perros necesitan predictibilidad, es decir, una rutina.
 Si no eres capaz de darle una rutina empezarán los problemas de conducta de tu perro. Por lo contrario si eres capaz de brindarle eso, tendrás la mitad del camino andado y con un poco de ayuda de un educador, tu perro será un terapeuta excelente. Recuerda: TIEMPO.

En segundo lugar hablaremos de la elección del ejemplar y la raza. Con respecto al tamaño del ejemplar, son preferibles los de tipo mediano/grande, ya que resisten más las manipulaciones incorrectas (un Yorkshire es un peligro en manos de un niño poco cuidadoso).
 Entre machos y hembras, yo personalmente tengo predilección por las hembras, pues las considero más receptivas y fáciles de educar (es tan sólo una predilección, ya que los perros y perras de terapia suelen castrarse, por lo que si aducimos problemas de agresividad dependiente del sexo, quedan minimizados por la castración).
Si hablamos del temperamento del perro, necesitamos un animal de una reactividad media, que puntúe bajo en agresión y alto en facilidad para aprender. Nadie quiere un perro saltando sobre sillas y mesas, que muerda y sea incapaz de aprender lo más mínimo o esté dormido todo el día sin apetecerle mover el rabo.

Y ahora, ya metidos en el tema, vamos a la manzana de la discordia: la RAZA. He visto terapeutas caninos de todas las razas; desde San Bernardos, pasando por Pit Bulls, para llegar a Golden Retriever. De todo lo que he visto me quedaría con los labradores, aunque las demás razas hagan también su papel a la perfección; y es que hoy en día los perros casi no se seleccionan en base a una función a desarrollar, por lo que algunas fuentes nos dicen que sólo un 40% de los ejemplares de una raza estarían dentro del estándar caracterológico fijado para ella.
Sin embargo, todo hay que decirlo, es más fácil encontrar un buen perro de muestra si nos hacemos con un Setter Inglés que si nos hacemos con un Mastín Español. Por todo lo expuesto un buen lugar en dónde hallar a nuestro terapeuta peludo sería dentro de la raza de los Labradores Retriever, pues en principio si no eres un “perrero” experimentado no te dará problemas, pero no descarto a ninguna raza porque siempre en terapia trabajamos con un determinado ejemplar, no con un grupo racial.

Si quieres profundizar más en el tema, o tienes alguna consulta, te puedes poner en contacto conmigo.

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